“Cuando los justos dominan, el pueblo se alegra; Mas cuando domina el impío, el pueblo gime”, dice la palabra de Dios en el libro de Proverbios 29:2 y seguramente eso es lo que está ocurriendo en nuestra amada Colombia que ha visto por varios días un paro en contra de una reforma tributaria que nadie la quiere por inoportuna e injusta.
Y como no va a ser injusto que el gobierno quiera aumentar sus ingresos, cargándole la mano al bolsillo de la clase media y pobre, incluyendo los productos de la canasta familiar. Cómo no va a ser injusto que un alto funcionario del Estado salga y diga que el café, la sal, y el azúcar no son productos básicos de la alimentación de las personas.
Es increíble ver como cada día que pasa aumenta el gasto del gobierno, la corrupción, y seguramente esa es la razón por la cual nunca le alcanza el presupuesto de manera que sagradamente cada dos años, independiente del gobierno que esté, tiene que hacer una reforma tributaria que generalmente es para poner a pagar más impuestos, no para reducirlos.
Con el paso de los años hemos visto que todos los impuestos provisionales se convierten en permanentes como el dos por mil que se creó para ayudar a los hermanos del eje cafetero afectados por un terremoto, luego para salvar a los bancos que tenían problemas financieros, para al final tener no un dos sino un cuatro por mil que se quedó de manera permanente.
El IVA que empezó en el gobierno de Belisario Betancourt en 1983 con el 10% ya lo tenemos en el 19%, la sobretasa a la gasolina que empezó en el 13%, ahora la tenemos en el 25%, el impuesto predial con el paso de los años ha tenido una tendencia al alza logrando reajustes por encima del 100% en algunos casos. No se si haya un país con tantos peajes como Colombia pero en los países donde he estado –10 en total- esas casetas son una figura exótica, ni se ven, muchos no las tienen.
A la luz del versículo de proverbios decir que este es un gobierno impío resulta fuerte pero con el paso de las horas uno ve que hay terquedad en el ejecutivo de turno porque desde antes de presentar el proyecto se conoció que los partidos no apoyarían la iniciativa y aun así el presidente Iván Duque dice que no retira el proyecto.
Y mientras tanto el país se desgasta en una espiral de violencia con personas muertas, heridas, vandalismo y destrozos por todas partes. Colombia se está autodestruyendo. Nadie puede negar el legítimo derecho a la protesta pero no acabando el inmobiliario y los sistemas de transporte de las principales ciudades del país. Su reparación se hará con nuestros impuestos.
Así que el gobierno por su posición tozuda y orgullosa no retirando el proyecto y aceptando construir con todas las fuerzas un nuevo documento lleva a que cada día no sólo se aumenten los casos de Covid sino que siga la anarquía.
Bien lo dice la palabra de Dios en el libro de Proverbios 16:18 “Antes del quebrantamiento es la soberbia, Y antes de la caída la altivez de espíritu”. Entre tanto la oposición aprovecha el momento para ganar adeptos que rechacen esta administración que, entre otras cosas, le está sirviendo en bandeja de plata la presidencia a un próximo gobierno que ojalá no nos lleve a recorrer el camino de Venezuela.
Creamos en lo que el gobierno dice que esta reforma es para programas sociales y el cada vez más grande déficit fiscal, pero el camino señalado es equivocado, no es poniéndole IVA a los servicios públicos, a los pensionados, o al medianamente asalariado, sino que debería hacerse un esfuerzo adelgazando el tamaño del Estado, luchando contra la corrupción, la evasión, las injustas exenciones a los que tienen mucho y generando condiciones para que se creen empresas y nuevas plazas de empleo que a su vez representaran nuevos ingresos para el país.