Editorial.

Con el paso de los días, en el marco de este paro nacional que ya cumplió un mes, los colombianos hemos visto que en vez de todo volver a la calma, el ambiente es más tenso y violento y las personas ven amenazadas no sólo su salud, su vida sino también su seguridad alimentaria.

Las movilizaciones, en buena parte del país, se han hecho bajo el legítimo derecho de expresar el descontento con el Estado y con quienes lo administran. Uno podría decir que un gran porcentaje de esas jornadas han sido en calma pero infortunadamente también ha estado presente el vandalismo, los saqueos, la destrucción, la incineración de sedes bancarias, sistemas de transporte, sedes gubernamentales y de justicia, entre otros.

Es increíble ver que ante este panorama de caos, apenas el presidente acude a las fuerzas militares para frenar la violencia, ejercer autoridad y garantizar la vida de los ciudadanos, muchos salgan a criticar al Jefe de Estado, olvidando que la autoridad es sinónimo de orden, y lo más grave, desconociendo lo que dicen las Escrituras en esta materia.

En Romanos 13:1 el Señor dice “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas”, de manera que quien rechaza la presencia de las autoridades está desconociendo que éstas han sido puestas por Dios.

Pero también es cierto que no sólo han marchado quienes están descontentos con este gobierno y el cúmulo de equivocaciones de la clase política, sino también quienes rechazan los bloqueos y la violencia que se ha registrado.  Y es ahí donde muchos reclaman la presencia de la fuerza pública porque no puede ser que unos pocos hayan puesto patas arriba al país y no permitan la movilización de las personas, de bienes y servicios, afectando con la vida de las personas y de las empresas.

La recuperación hasta el momento de las estaciones de Transmilenio en Bogotá cuestan más de 20 mil millones de pesos, recursos que tienen que salir de nuestros impuestos, y aun así muchos no quieren que se use el Esmad. En Cali hay gente de civil armada disparando y aun así, hay personas que rechazan la decisión de militarizar la ciudad, cuando los informes de inteligencia dan cuenta de células guerrilleras urbanas en esa región.

Durante este mes son varias ocasiones en las que Bogotá reporta en promedio ocho mil personas en las protestas, es decir, el 1% de la población que se manifiesta, bloquea y destruye, e impone sus derechos sobre el 99% restante, y es ahí donde muchos ciudadanos reclaman la acción de las autoridades amparadas en la constitución argumentando que para eso se pagan impuestos.

Así que tengamos cuidado con  estar resistiendo a Dios cuando la autoridad es la vía para poner orden ante estos agentes del mal. El ambiente está demasiado pesado, por lo menos en mi generación, esto no lo habíamos vivido nunca ni habíamos visto que muchas fuerzas, quizás financiadas con dineros del narcotráfico, le están apostando a la caída del Estado colombiano.

En el mismo libro de Romanos 13 versículo dos dice la Palabra, “De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos”. Así que la invitación es a creer en las autoridades y en las instituciones.

Seguramente se han presentado excesos de las autoridades y casos de corrupción en los servidores públicos pero no por eso vamos a acabar con ellos de manera violenta sino que debemos exigir que sea el debido proceso el que castigue esos errores. Por eso en Romanos 12:3 dice el libro del amor “Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella; porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.”

De esta forma, si yo no voy a actuar mal, no tengo que tener ningún temor. Creería que todos hemos tenido a un familiar o un amigo que hace parte del gobierno o de las autoridades y sabemos que ellos han sido honestos y han cumplido con su deber. No le podemos apostar al caos, y darle credibilidad a los dirigentes que alimentan sus intereses políticos con la anarquía bajo la premisa de divide y reinarás.

Hasta aquí mi columna de opinión de esta semana en Al Día Noticias. El señor les bendiga rica y abundantemente.

Por: John Didier Rodríguez Marín

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