Editorial. Columna de Opinión.
Es urgente reducir el número de congresistas en el país, no sólo porque está demostrado que el colombiano es demasiado grande, comparado con el de otros países por el número de habitantes, sino para que enfoquen sus esfuerzos para aprobar iniciativas que de verdad necesite Colombia, y de paso, contribuir a la austeridad y reorientación de recursos que está reclamando el país.
Esta semana fue aprobada la ley que da libertad para que pueda ir de primero el apellido de la mamá o el papá en el nuevo ser que nace y hace parte de una familia. Esta ley es inútil e innecesaria, incluso me atrevería a decir que ayudará a los padres que se quieren escapar de la responsabilidad de una manera más fácil.
Hoy en Colombia son miles las personas que llevan el apellido de la madre, lo que demuestra que la ley no era necesaria tramitarla con el argumento politiquero de generar igualdad entre el hombre y la mujer.
La igualdad que necesitamos se debe basar en alimentar una cultura por el respeto, por la no violencia contra la mujer, por el trabajo, por educar al individuo basado en los principios establecidos por Dios donde el hombre no es más que la mujer sino que cada uno cumple un rol en el hogar, como lo expresa 1ª Cor 11:11 “Pero en el Señor, ni el varón es sin la mujer, ni la mujer sin el varón”.
Así que es necesario enseñar a los hijos sus responsabilidades y funciones cuando traiga una criatura a este mundo. Eso es más importante que discutir qué apellido se debe llevar primero. Incluso la ley colombiana hoy permite hasta cambiarse el nombre y los apellidos si no le gustaron.
Así que si nuestra sociedad logra unos padres que enseñen a sus hijos la palabra de Dios, son muchos las dificultades y dolores de cabeza que podremos eliminar de nuestra sociedad y no tratar de dar solución a los problemas de manera equivocada o como se dice popularmente buscando el muerto río arriba.
Colombia necesita un congreso con sabiduría, inteligencia y entendimiento que logre identificar las iniciativas que ayuden a construir un mejor país. Iniciativas como esta, que no se necesitaba, lo único que hace es alimentar una ideología de género y formas de hogar disfuncional. Las necesidades no están en la forma sino en el fondo. Es clave formar seres humanos con principios claros, que sean temerosos de Dios, eso nos hará una nación, una sociedad diferente.
Jesús de Nazareth en su ministerio fue enfático en hacer que viéramos a Dios como un Padre y el que uno logre verlo de esa manera es el principio para encontrar la ruta que nos saque de esta crisis en la que nos encontramos. La oración del Padre Nuestro es tan completa que si la hacemos a conciencia y la aplicamos a nuestra vida, habremos dado el primer paso en firme.
Es increíble ver como el país se gasta un dineral pagando tanto congresista para que vayan a debatir y proponer sobre iniciativas que todos los años se aprueban y que al final no sirven para nada, no nos beneficia, o simplemente se convierten en un saludo a la bandera.
Llama poderosamente la atención como leyes que clama el pueblo se demoran 15 años para ser aprobadas como la Cadena Perpetua para violadores y asesinos de niños, y las reformas tributarias cada dos años, Reformas que afectan al pueblo como la pensional o la Reforma a la justicia que le abre paso a la Procuraduría y a la Defensoría del Pueblo para crear nuevos puestos, terminan siendo aprobadas a pupitrazo, en algunos casos.